sábado, 21 de marzo de 2015

CAPITULO 61




La fiesta se prolongó incluso después de que Joaquin finalmente sucumbió a su agotamiento y se fue a la cama. A Paula le encantaba ver a los hermanos reír juntos y actuar como si fueran adolescentes.


Sin embargo, ella se puso una máscara falsa el resto de la noche, porque todo lo que realmente quería hacer era meterse en la cama y tener un llanto muy bueno. Ella y Juana se sentaron y charlaron mientras que el resto de los invitados poco a poco comenzaron a salir.


Se las arregló para mantener su compostura el resto de la noche.


Podía ir acurrucarse en la cama y pensar en lo que iba a hacer con su futuro muy pronto. Sabía que no podía permanecer en el matrimonio si Pedro no quería ser una verdadera familia, pero ella no quería pensar en ello.


—Tenemos que tener otro día de chicas, ¿qué tal te viene este viernes? —preguntó Juana.


—Eso suena muy bien —dijo Paula antes de abrazarla de despedida.


Ella estaba casi triste de ver el resto de los invitados irse, pero al mismo tiempo ella realmente necesitaba estar sola por un tiempo.


—Tengo un trabajo que terminar. Voy a estar hasta tarde —dijo Pedro antes de volverse rápidamente y dirigirse a su oficina.


Paula subió las escaleras hasta su habitación y se acurrucó en la cama, donde lloró hasta quedarse dormida. Pedro se debía haber quedado en la oficina mucho más tarde de lo normal porque no estaba allí cuando finalmente logró caer en un sueño exhausto.


El siguiente mes pasó con más y más angustia para Paula. 


Pedro estaba en casa más a menudo como que no, pero si Joaquin no estaba allí como un amortiguador entre ellos, se encerraba en su oficina.


Hicieron muchas actividades familiares juntos, pero él parecía asegurarse de que nunca estuvieran solos por otra parte. Todavía hacían el amor en la noche, pero incluso eso había cambiado. Todavía era increíble y aún era un fantástico amante, pero ya no la abrazaba con fuerza después.


Sabía que iba a tener que confrontarlo, pero también sabía cómo iría la conversación.


—Pensé que podríamos salir al lago este fin de semana, si deseas — Pedro le preguntó en la cena una noche.


—Eso suena grandioso —dijo Paula con entusiasmo.


—Creo que a Joaquin le gustará el bote. No hay nada como el viento soplando a través de tu cabello mientras navegas en el agua.


—Bueno, tu hijo no tiene mucho cabello —ella le sonrió.


—Es muy cierto. El sol será bueno para todos nosotros. Se supone que debe ser un fin de semana realmente agradable y esos son pocos y distantes entre sí —dijo con una sonrisa sincera.


Ella odiaba responderle tan rápidamente cuando le daba lo más mínimo de sí mismo.


El fin de semana llegó y Joaquin tenía un resfriado, así que salieron solos en el bote. Estaba asustada de que él pudiera cancelarlo, pero estaba de buen humor por lo que salieron de la casa temprano por la mañana.


—Pensé que podríamos hacer algo de pesca mientras estamos aquí fuera —dijo él.


—Eso suena genial. Juana dijo que ella y Federico hicieron eso un par de semanas atrás y lo pasaron bien.


—Sí, obtuve la idea de Federico. Él lo disfrutó —le dijo a ella.


El viaje a la costa era una preciosidad, y ellos hablaron más de lo que lo habían hecho en meses. Por primera vez en mucho tiempo que recordara, Paula estaba sintiendo un poco de esperanza.


Llegaron al puerto y abordaron el bote, ella estaba pasándola bien.


Una vez que la temperatura se avivó, se desnudó hasta quedar en su bikini y se tendió en la cubierta. El calor del sol y la brisa fresca se sentían fenomenales contra su piel. Sus preocupaciones parecían flotar lejos en la brisa suave.


Estaba tomando cada pedacito de la voluntad de Pedro no encontrar una cala apartada para aparcar el bote y raptar a su esposa. Ella no tenía idea del poder que ocupaba sobre él.


Mientras dirigía el bote más dentro del agua, sus ojos eran
continuamente atraídos de regreso a Paula, recostada allí en la cubierta, a solo unos pocos metros de distancia de él.


Desde la noche en que le había dicho que lo amaba, él había retrocedido dramáticamente. Sabía que la estaba lastimando, pero también sabía que ella estaría mejor a largo plazo si le diera algo de espacio.


Necesitaba darse cuenta de que no estaba enamorada de él. 


Sabía que estaba más enamorada de la idea del amor y el matrimonio que la verdadera realidad de ello.


Su papá lo había asustado cuando había traído a colación la idea de tener más hijos. Lo que más lo asustaba, era cuánto quería que ella se embarazara de nuevo. Podía visualizar a un grupo de miniaturas de Paula corriendo por la casa. Ya no podía entender lo que estaba haciendo.


—Está muy caliente aquí —dijo Paula, mientras se giraba
repentinamente hacia él—. ¿Podemos detenernos en algún lugar, así puedo nadar un poco? —preguntó.


—Puedo ver una cala por aquí —dijo y dirigió el bote hacia la playa aislada. Estaba apretando los dientes porque todo en él le decía que necesitaba regresar a los muelles.


—Oh, es tan perfecta —ella jadeó hacia el pequeño pedazo de cielo de una playa. Tan pronto como dejó caer el ancla bajo el bote, ella se zambulló al agua. Estaba impresionado con su forma. Se sentía con demasiado calor, así que se desnudó y se lanzó tras ella.


Ambos nadaron alrededor en un cómodo silencio por un rato, cuando de repente ella gritó. Pedro nadó inmediatamente hacia ella y contuvo la respiración cuando notó la sangre saliendo a la superficie del agua.


—¿Qué pasó? ¿Qué sucede? —se disparó hacia ella, mientras que al mismo tiempo la apretaba cerca y la llevaba de vuelta al bote.


—No lo sé —gritó ella—. Es mi pierna. Pienso que me la corté con algo —gimió.


Pedro no podía ver nada, así que la remolcó de regreso al bote, rogando que no fuera nada malo. La levantó en sus brazos y subió abordo.


La recostó suavemente y luego fue a buscar el botiquín de primeros auxilios.


Cuando regresó, estaba sorprendido por la cantidad de sangre.


—Luce peor de lo que está —dijo ella finalmente—. Estaba mirándola y parece que me rasguñé con una roca o algo. Sólo que parece estar sangrando mucho. Si la limpias y envuelves, voy a estar bien.


—Primero, toma este Advil4, entonces comenzaré a limpiar y evaluaré por mí mismo cuán malo es —dijo en su voz de mando.


A pesar de que Paula estaba lastimada, tenía que sonreír al mandato en su voz. Ella amaba cuando se ponía todo determinado y actuaba como que el mundo debería inclinarse a sus pies.


Se estremeció cuando él limpió la herida con el alcohol, pero tenía razón, no estaba tan mal como él pensaba que estaba. 


Se sorprendió por la cantidad de sangre que se había escapado de la pequeña herida.


El Advil se hizo presente y el dolor disminuyó considerablemente una vez que la herida fue limpiada.


—Estoy bien ahora —lo tranquilizó.


—Podemos irnos a casa —ofreció


—Estoy bien. De hecho, me estoy sintiendo muy hambrienta —dijo.


Ella realmente no quería regresar a la casa de inmediato, sabiendo que él desaparecería en su oficina.


No podía soportar estar a solas con ella por más tiempo, así que dirigió el bote de regreso a la orilla y llamó a su hermano. Si tuvieran compañía para la cena, él no tendría que tratar de responder las preguntas que veía venir en sus ojos.


—Paula, despierta, estamos de vuelta en los muelles. Llamé a Federico, él y Juana van a encontrarse con nosotros en media ahora en este genial local de mariscos —dijo Pedro mientras agitaba gentilmente a Paula para que despertara.


—¿Qué? —balbuceó, tratando de despertar—. Lo siento; ni siquiera me di cuenta que estaba tan cansada. No tenía la intención de quedarme dormida sobre ti —dijo cuando por fin se despertó por completo.


—Oye, no hay problema. Me gusta mucho el agua y tener silencio tranquilizador —respondió antes de fijar el bote.


Paula se sintió un poco como si hubiera sido abofeteada. 


Sintió que básicamente le estaba diciendo que había disfrutado su día mucho más porque ella no estaba allí para hablarle al oído. Pues bien, pensó, si quería silencio, entonces silencio sería lo que conseguiría.


Se vistió rápidamente y fue cojeando al muelle con él hacia su auto. Se mantuvo en silencio todo el viaje hasta el restaurante y él no dijo nada tampoco. Paula estaba deseando llegar a casa, así la incómoda tarde podría terminar.


—Paula, estoy tan contenta de que ustedes llamaran. —Juana vino caminando y puso su brazo a través del de Paula, mientras charlaban—. Es tan agradable salir de la casa por un poco de conversación de adultos. No me malinterpretes, adoro a mis niños, pero les falta ciertas habilidades de comunicación —concluyó con una risa.


—No lo sé. Creo que Olivia se comunica muy bien y para el caso, Samuel no tiene ningún problema en absoluto para dejar a todos a su alrededor saber cuándo algo no está yendo a su gusto —bromeó Paulenseguida.


—Tienes mucha razón —añadió Federico.


—Supongo que soy el único con un hijo perfecto —dijo Pedro.


—Ja —dijeron todos los demás al unísono, lo que causó más risa afable.


—Bueno, los niños pueden ser muy demandantes cuando quieren algo, pero aunque no sabía que amaría la paternidad tanto, en serio no podría imaginar mi vida sin Joaquin en ella. Él es simplemente increíble —dijo Pedro con asombro.


—Muy de acuerdo, hermanito —dijo Federico.


—Es una noche de adultos. Basta de hablar de nuestros hijos. Pido un vaso de vino y nada en absoluto para comer. Si causa problemas a la barriguita de Samuel después, bueno, está bien porque es el turno de papi para levantarse con él —dijo Juana con una sonrisa maliciosa.


—Te mereces lo que quieras cariño —dijo Federico.


La noche avanzaba y Paula se relajó. Adoraba absolutamente a Federico y Juana, y eso ayudó a enmascarar la tensión entre Pedro y ella. Sabía que llegados a un punto iban a encarar las cosas, pero estaba muy cansada de estar estresada todo el tiempo. Era agradable tener una noche libre de preocupaciones.


Cuando llegó la hora de decir buenas noches, ella estaba tan triste al ver a la otra pareja irse. Abrazó a Juana fuertemente y prometió tener un día de chicas la próxima semana.


Entonces, regresó a casa en completo silencio con su marido.



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