viernes, 27 de marzo de 2015

CAPITULO 84





Paula se sentía tan culpable cuando finalmente bajó. 


Eduardo le hizo un guiño cuando ella dio un paso a través de las puertas de la cocina, lo que hizo que su rostro se tornara rojo.


—¿Cómo estuvo tu noche? —preguntó a sabiendas.


—Fue genial salir —murmuró—. Lo siento. He dormido demasiado. Gracias por cuidar de Diego.


—Diego es un gran chico —replicó. Diego estaba sentado en la mesa coloreando y ni siquiera había notado la ausencia de su madre.


—¿Cómo estás, amor? —preguntó, mientras se acercaba a darle un beso en la cabeza.


—Bien, madre. Pude quedarme hasta después de la medianoche — dijo con admiración.


—Wow, eso es muy tarde. Simplemente estás haciéndote demasiado grande.


—Mamá yo tengo cinco años —dijo como si fuera una edad tan grande.


—Lo sé. Yo sólo quiero que seas siempre mi bebé —dijo con cierta tristeza.


—Puedes tener otro bebé y entonces yo sería un hermano mayor —él mencionó el asunto con la mayor naturalidad.


Paula se sorprendió por el deseo que su declaración provocó en su interior. Ella siempre había querido tener varios niños, pero su ex le había dicho que uno era más que suficiente. Él nunca había sido el tipo de padre que Diego merecía.


—Tal vez algún día —susurró ella con nostalgia.


—Te puedo ayudar con eso —murmuró Pedro en su oído al entrar en la cocina.


Paula se volvió una sombra incluso más oscura de color rojo y miró a Eduardo y Diego para asegurarse de que no habían oído. Ellos no estaban prestando atención, gracias a Dios, pero sus palabras provocaron un deseo anhelante en su corazón que sintió un dolor allí e inconscientemente se frotó el pecho.


Ella no vio el oscuro deseo en los ojos de Pedro. Él había estado incitándola, pero se sorprendió increíblemente al darse cuenta de que estaría extasiado si ella quedaba embarazada. Se dio cuenta de que ellos no habían usado protección.


Ella se puso de lado, así que él bajó la mirada hacia su vientre plano, imaginándolo creciendo mientras su niño crecía allí. El deseo era tan intenso que apenas podía respirar. Él iba a asegurarse de que ella no saliera de su vida...


—Tengo que ir a cuidar los caballos —dijo de pronto y prácticamente salió corriendo por la puerta. Paula exhaló un suspiro de alivio. No sabía cómo iba a actuar en torno a él. 


No sabía si quería que Eduardo supiera que eran una pareja. 


No sabía nada. ¡Oh bueno! Pensó que ellos ya tendrían tiempo para entender todo esto.




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