Paula limpió rápidamente y corrió escaleras arriba para prepararse para su salida nocturna. Ella tenía toda la tarde para mimarse, ya que todo el mundo iba a comer la cena en el bar. En realidad, estaba un poco mareada mientras tomaba un baño largo y pasaba un tiempo extra en su pelo, la ropa y el maquillaje.
—Diablos, mujer, te ves bien. Me pido el primer baile —dijo Eric, su peón favorito, mientras entraba en el bar lleno de humo con Pedro, que no le había dicho ni una palabra en el viaje hasta allí. Parecía estar enojado con ella y no podía entender por qué.
—Gracias Eric y sí, me encantaría bailar contigo —le dijo el hombre.
Él no perdió el tiempo en abandonar su asiento y tirar de ella hacia la pista de baile.
Paula estaba pasando un rato increíble. No tenía idea de cuánto tiempo había estado bailando, porque tan pronto como una canción terminaba, otro de los trabajadores la tomaba y ella estaba bailando nuevamente. No se había reído tanto en demasiados años.
—Es mi turno para bailar con esta señorita en torno a la pista de baile —dijo el espeluznante trabajador Chris. Estaba demasiado cerca de ella y le puso la mano en su espalda.
Se sentía violada por un simple toque.
Estaba atrapada porque no había rechazado ninguno de los bailes de los demás, pero realmente no quería bailar con él.
Él no le transmitía buenas vibras en absoluto. Se preparó mentalmente para pasar el baile lo mejor que pudiera.
—Este baile ya está pedido —dijo Pedro, mientras se entrometía.
Paula normalmente hubiera estado realmente irritada con cualquier hombre que fuera tan arrogante como Pedro estaba siendo, pero estaba tan aliviada de no tener que bailar con Chris, que aceptó su oferta.
Ni Pedro ni Paula notaron la mirada que Chris les dio a ambos. Él no dijo una palabra, pero tenía las manos apretadas, y si las miradas pudieran matar realmente, ambos habrían estado muertos.
—Pareces estar pasándolo muy bien —dijo Pedro, con los dientes apretados.
—No he salido en mucho tiempo. Soy siempre sólo mamá, así que sí, me lo estoy pasando muy bien. Es bueno tener un poco de tiempo para adultos —dijo, y luego en realidad se rió cuando le dio la vuelta.
La risa se detuvo al instante cuando él estrelló su cuerpo contra el suyo, presionándola. Frotó sus manos en sus hombros, la espalda baja y de vuelta. Ella sintió electricidad disparando desde su estómago hasta llegar a sus pies.
—Si hubieras querido salir, lo único que tenías que hacer era decirlo —gruñó.
—Pedro, ¿por qué estás tan enojado? Ésta es una noche de diversión y debes estar disfrutando —le dijo ella, completamente desorientada.
—¿Cómo esperas que me divierta cuando estás en los brazos de otros hombres? He respetado tus deseos y no te he perseguido, pero maldita sea, no debería tener que verte en los brazos de mis hombres — dijo, cada vez más fuerte con cada palabra que decía.
La había presionado con tanta fuerza contra él que apenas podía respirar. Ella ni se dio cuenta que había dejado de bailar. Por suerte, el bar era ruidoso y lleno de humo, con un montón de gente en la pista de baile y nadie les estaba prestando atención.
Pedro finalmente dejó escapar un gruñido bajo de su garganta y luego aplastó sus labios contra los de ella.
Empujó su lengua contra su labio inferior, exigiendo entrada y ella aceptó voluntariamente. Ella olvidó todas las razones por las que había decidido que estar con él era una mala idea y simplemente disfrutó de estar en sus brazos otra vez.
Sus manos acariciaron sus muslos cubiertos de seda, levantando el tejido centímetro a centímetro. Él estaba caminando lentamente hacia un rincón oscuro, donde podrían tener más privacidad. Ella ni siquiera podía sentir el movimiento de sus propios pies. Se centró en nada más que Pedro y lo que estaba haciéndole a su cuerpo.
Sus dedos llegaron al borde de su vestido y acarició la parte
descubierta de sus muslos. Ella podía sentir el calor reuniéndose en su núcleo y lo quería a él para aliviar la presión que seguía construyéndose allí.
Sus manos se agarraron con fuerza detrás de su cuello, acercándolo incluso más. El beso continuó hasta que ella necesitó mucho más de él que sólo sus labios sobre los de ella. Lo necesitaba para unirse juntos nuevamente. Lo necesitaba más de lo que necesitaba aire.
Sus labios dejaron los de ella, lo que le permitió tomar una bocanada de aire, sólo para apresuradamente inclinarse hacia atrás cuando él le pasó la lengua a lo largo de la longitud de su garganta. Le mordisqueó su delicada piel, y ella gimió de placer.
—Por favor, Pedro... —suplicó.
—Uh, jefe…. —una voz les interrumpió.
Paula se volvió poco a poco consciente de su entorno y se dio cuenta de que estaban prácticamente haciendo el amor contra la pared sucia en un bar. Ella estaba horrorizada por su propia conducta. Nunca fue esa clase de chica descarada. Agachó la cabeza en el cuello de Pedro, con la
esperanza de evitar los ojos de alguien.
—¿Qué quieres? —espetó Pedro al desafortunado hombre.
—Um... el gorila2 de allí dijo que deben parar —el pobre estaba tan avergonzado que estaba tartamudeando.
Pedro finalmente pareció darse cuenta de dónde estaba y lo que había estado haciendo y retrocedió un poco de Paula.
—Gracias —murmuró al hombre. A continuación, tomó su mano y empezó a llevarla a la puerta.
—Saldremos de aquí ahora —afirmó.
Paula no tenía ganas de discutir con él. Había estado luchando contra sus propios deseos por mucho tiempo y fue cuando llegó a cierta satisfacción.
—Estoy lista para irme —ronroneó.
Pedro salió del bar, sin dejar su mano. Cuando llegaron a su
camioneta, la levantó y sentó en el asiento, deslizándose entre sus piernas abiertas. La atrajo hacia sí y la besó profundamente otra vez. Su mano se deslizó entre sus cuerpos y acarició su pezón endurecido.
Ella oyó un gemido y se sorprendió al darse cuenta de que el sonido provenía de ella.
—Por favor, llévame a casa —suplicó.
La besó una vez más y luego empujó sus piernas en el interior del camión. Dio un salto en la puerta del conductor y se fue del estacionamiento como si el lugar estuviera a punto de explotar. El viaje de regreso a la hacienda tomó la mitad del tiempo que había tomado para ir a la ciudad. El silencio era muy notable en el viaje de vuelta, pero por razones muy diferentes.
Se detuvieron a unos pocos metros de los escalones de la entrada y él saltó de la camioneta.
******
—Esto va a terminar demasiado rápido si sigues así —dijo él con voz ronca. Luego la levantó en sus brazos, corrió hacia la casa y subió las escaleras. Paula ni siquiera sabía si él cerró la puerta.
Él llegó a la habitación y a continuación, la tomó de forma dura y rápida contra la puerta. Ninguno de los dos podía aguantar el tiempo suficiente para llegar a la cama.
Paula se despertó para encontrar a Pedro mirándola mientras le frotaba la parte superior del muslo, cuello y hacia abajo. Podía sentir el deseo comenzando a agruparse de nuevo y no veía cómo era posible.
Después de hacer el amor de forma explosiva, se habían dormido en los brazos del otro en la parte superior de las sabanas. Cuando el aire fresco de la noche los despertó, le había hecho el amor dulce y lento con ella de nuevo, antes de que cayeran dormidos, demasiado agotados para moverse.
Ella miró el reloj y se sorprendió al ver que era casi mediodía. Había dormido durante nueve horas seguidas.
Nunca hacía eso. Gimió un poco mientras la mano de Pedro
acariciaba su pecho y luego el pezón.
—Pedro, tenemos que hablar... —empezó a decir.
—No —dijo simplemente.
—Pedro, escucha.
—No, escucha tú esta vez —dijo, antes de clavar las manos de ella sobre su cabeza con una de sus manos, mientras la otra continuaba acariciando su cuerpo. Ella estaba realmente tratando de razonar con él, pero él estaba haciéndolo imposible. La sensación de estar atrapada debajo de él y tenerlo en completo control era extremadamente erótica. La mano que estaba tocándola fue lo que la hizo perder todos los pensamientos de detenerlo—. No vas a escapar esta vez. Yo entiendo todas las razones para querer mantener las cosas distantes, pero cuando dos personas tienen el tipo de química que tenemos juntos, es un crimen no seguirlo. Si funciona de maravilla, si no es así, te prometo que cuidaré de tí —dijo entre besos y mordisqueándola en lugares que ella ni siquiera sabía que eran sensibles hasta que los tocó.
—Me haces sonar como una querida —jadeó. Ella estaba tratando de recordar que era algo malo.
—No, yo te quiero como mi amiga, compañera y amante. Nunca trataría de comprarte —dijo con seriedad.
Mientras él hacía una pausa en sus caricias para enseñarle lo serio que estaba, ella no pudo pensar en un solo argumento en contra de lo que estaba diciendo. Ella lo quería mucho y realmente no veía cómo ellos podían dar marcha atrás en ese momento de todos modos.
—¿Pero qué pasa con Diego? —dijo en un último esfuerzo para razonar con él.
—Amo a Diego —dijo con la mayor naturalidad.
Eso fue todo lo que necesitó para que Paula cediera ante el hombre.
No podía luchar contra él o la relación nunca más. Seguía mirándola, esperando a ver lo que iba a decir...
—Por favor, dame un beso —suplicó finalmente. Sus sencillas palabras eran todo lo necesario para acabar con su resistencia. No salieron de la habitación por unas horas más.
2 Gorila: Portero de discoteca.
Wowwwwwwwwww, qué intensos caps Carme!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarHermosos capítulos! Me gustó como actuó Pedro, todo lo que le dijo! Ojalá no la lastime!
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