sábado, 28 de marzo de 2015

CAPITULO 88





El siguiente par de días pasaron sin mayores incidentes. 


Nadie dejó que Paula estuviera sola. Ella estaba comenzando a sentirse claustrofóbica. Había estado quedándose casi todas las noches en la habitación de Pedro, por lo que él mudó todas sus cosas allí, haciéndolo algo más permanente.


Pedro le explicó que era más seguro para ella que se quedara con él, y con todos los huéspedes extra en la casa, ellos necesitaban su habitación de todos modos. Ella estaba asustada de que esto fuera a afectar a Diego, pero él ni siquiera parecía notar cualquier cosa inusual acerca de la
situación.


Pedro y Paula hacían el amor cada noche y su preocupación parecía desvanecerse hasta volverse nada. Sabía que más que una sospecha, ella estaba enamorada de Pedro y que si él comenzaba a aburrirse de ella, se rompería en pedazos. 


Estaba en una situación que ella había intentado tanto evitar.


¿Cómo no podría enamorarse de él cuando se preocupaba tanto de ella y trataba a su hijo como si fuera suyo?


El resto de su familia la trataba como si ella y Diego fueran parte de su familia. Ella se atragantó la primera vez que Olivia la llamó tía. Pero Paula estaba empezando a acostumbrarse a eso. Se dio cuenta que realmente le gustaba la forma en que sonaba.


Estaba sentada afuera en la terraza de atrás, cuando un hombre enorme con el pelo corto oscuro y gafas tipo aviador salió por la puerta. El hombre era macizo como un tanque Sherman3. Ella no quería encontrarlo de malas, decidió rápidamente.


—Chad, lo lograste —exclamó Pedro mientras venía por la esquina.


—Lo siento, no pude llegar antes —respondió Chad, y después los dos hombres se dirigieron hacia el interior de la casa. Paula había oído hablar del viejo amigo de Pedro


Decidió que debían poner algo especial en los alimentos alrededor de esta área, porque todos los hombres parecían
ser demasiados sexys para cualquier persona normal de buena apariencia.


—Está bien, Chad, quiero que los chicos piensen que eres una nueva contratación. Por suerte has estado fuera del país el suficiente tiempo para que sólo mi capataz sepa quién eres y yo le hablé sobre lo que está sucediendo, así que no dirá ni una palabra. Obtendrás más información si los chicos creen que eres uno de ellos. Lamento que tendrás que dormir en la cabaña —añadió con una sonrisa malvada.


—Sí, luces como si te apenaras por ello —dijo Chad—. Menos mal que he dormido en lugares mucho peores.


—Sí, creo que me gustaría vivir sin comodidades por ahí —continuó Pedro.


—Tú eres una perita dulce. Bueno, mejor me cambio. Quiero ver las cosas de inmediato. Cuanto antes nos aseguremos que tu Paula esté segura más pronto todos podrán relajarse.


—Aprecio que dejes todo para hacer esto. Ella es la chica, Chad. Nunca me he sentido así con otra mujer —dijo Pedro a su amigo.


—Supe en el momento en que hablamos por teléfono que ella era la chica —le dijo Chad, antes de ir a cambiarse en un tipo de ropa menos llamativa. Iba a tener un tiempo bastante difícil tratando de armonizar su tamaño y su porte además de añadirlo a la ropa que estaba usando ahora, y el hombre sí que parecía el militar que era.


Chad se cambió rápidamente y se dirigió hacia las barracas donde el capataz del rancho estaba. Estaba atento a todo lo que le rodeaba. Notó a los hombres que trabajaban en la valla a su derecha y el hombre a su izquierda alimentando a los caballos. Él no era un hombre del que fuera fácil pasar desapercibido. Atraparía a este acosador en cuestión de días, si no eran horas.


Él no era un hombre arrogante, era increíblemente seguro. 


Había estado en el ejército durante casi veinte años y los años le habían enseñado bien. Había pocas personas en su vida por las que dejaría todo.


Pedro era uno de esos hombres selectos.


Si no hubiera sido por Pedro y su familia, su vida habría resultado muy diferente. Ellos habían creído en él y lo ayudaron a salir de las circunstancias horribles en las que había estado para hacer su vida un éxito.


Chad sacudió los pensamientos que lo distrajeron, y atravesó las puertas de la cabaña. Vio al capataz de inmediato, junto con un par de peones sentados en una mesa.


Se acercó a los hombres con su confianza habitual y se presentó.


—Hola, soy Chad, Pedro me contrató y me dijo que viniera aquí para ponerme en marcha —dijo Chad, mientras les tendía la mano.


Los hombres lo miraron con recelo, como si dimensionaran una nueva vaca. El capataz finalmente se levantó y Chad estaba impresionado por el talento para la actuación del hombre. Un observador normal nunca sabría que se conocían.


—Es un gusto conocerte, Chad, soy Bob, el capataz de aquí —dijo y estrechó su mano.


—Encantado de conocerte, también.


—¿Por qué no te instalas ahora y conoces el lugar? Puedes comenzar a trabajar mañana —dijo Bob, dándole a Chad el tiempo que necesitaba para poder conocer el área y hacer un de espionaje a través de los trabajadores.


Una vez que los otros hombres se dirigieron a hacer su trabajo, Chad y Bob se sentaron y discutieron las cosas. Bob se comprometió a mantener a los hombres lejos del barracón entre las tres y las cinco. Chad se dirigió a inspeccionar el terreno.


No vio nada sospechoso directamente, pero no tenía mucho tiempo y tendría que hacer una búsqueda más exhaustiva al día siguiente. Él realmente quería ir a las habitaciones de los trabajadores. Era mucho más probable encontrar elementos sospechosos allí.


A las tres en punto se deslizó de nuevo en el barracón, sin que nadie lo viera y empezó a buscar entre las pertenencias de los hombres.






3 Tanque Sherman: Fue el principal tanque fabricado por Estados Unidos y utilizado para
su propio uso y el de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

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