martes, 31 de marzo de 2015
CAPITULO 98
Paula sonrió mientras miraba hacia el patio a su hijo jugando con los cachorros. Pedro los perseguía con la manguera y Diego se reía mientras corría con dos cachorros enormes sobre sus talones.
Mientras Pedro les rociaba con agua, los cachorros comenzaron a ladrar y Diego cayó al suelo riendo nerviosamente. Paula no podía dejar de reír con ellos.
Había estado tan renuente a renunciar a su mundo de fantasía en México, pero habían vuelto desde hace casi un mes y ahora las cosas eran solo mejor cada día. Pedro no se había alejado de ella como temió que podría.
Encontraba excusas durante todo el día para venir a la casa y robarle besos y charlar mientras ella trabajaba en la cocina.
Ella tenía un secreto que compartir con Pedro, pero quería esperar hasta que lo supiera a ciencia cierta. Pensó que él estaría muy feliz por eso, pero había una pequeña parte de su mente que estaba nerviosa. Se frotó el estómago todavía plano, ya de forma protectora hacia el niño que estaba creciendo allí.
Amaba a su hijo mucho y sabía que amaría a su nuevo hijo con la misma pasión. Sus dos hombres favoritos irrumpieron por la puerta de la cocina, empapados y riendo tan fuerte que había lágrimas rodando por sus mejillas.
—Están ensuciando todo mi piso —les regañó. Trató de mantener la expresión severa en su rostro, pero sus miradas lastimosas hicieron su magia en ella—. Vayan a limpiarse y vuelvan con la fregona —dijo con una sonrisa. Ellos corrieron hacia fuera antes de que pudieran meterse en más problemas.
Paula se rió, mientras continuaba trabajando en su cena.
Había estado teniendo un poco de náuseas matutinas horribles y no había podido hacer el desayuno para los trabajadores un par de días esa semana. Se sentía muy culpable por ello, pero nadie se quejaba.
Estaba compensando a los chicos haciendo adicionales cenas especiales y enviándoles sobras para picar más tarde.
Le dijeron que si seguía cocinando tan buenas cenas,
podrían perderse el desayuno todos los días.
Pedro detuvo sus cheques de pago y la puso en todas sus cuentas.
Ella había insistido en mantener las cosas separadas, pero no quería nada de eso. Le dijo que todo lo que había era ahora suyo, también. Ella no se sentía bien por eso.
Le dijo que estaba buscando otra cocinera porque quería más tiempo con su esposa. Se había negado obstinadamente a aceptar a alguien más.
Varias personas habían llegado por las entrevistas y se las había arreglado para encontrar algo malo en cada una de ellas. No ayudaba que todas habían sido mujeres y algunos de ellas demasiado sexys para estar con su marido todos los días.
Sabía que sería bueno tener alguien para compartir la cocina, sobre todo porque no se sentía bien, pero le encantaba hacerlo y temía que si permitía que alguien más entrara, sería completamente sacada del lugar.
Decidió que si la persona perfecta venía era porque estaba destinado a ser, si no, su marido tendría que lidiar con extrañarla.
Todos los trabajadores decidieron hacer una parrillada en el
barracón esa noche, por lo que terminó haciendo las ensaladas y las envió allá con Diego y Pedro. Le habían dicho que no era necesario que les hiciera algo, pero se había sentido muy culpable por ello.
Mientras Pedro, Diego y ella compartían una cena íntima a solas, que era algo rara, Paula se relajó y comió con apetito verdadero por primera vez en varias semanas.
—Mamá, tú y Pedro están casados, ¿verdad? —le preguntó Diego.
—Sí bebé, los estamos —dijo. Él debió haber estado muy distraído, porque la dejó llamarlo cariñosamente.
—¿Eso significa que vamos a quedarnos aquí para siempre? — preguntó otra vez, mientras miraba su plato. No estaba segura de a dónde iba la conversación.
—Sí, Diego, así es —respondió Pedro a la pregunta por ella.
Diego sonrió a Pedro con la expresión más feliz que jamás había visto pasar por su carita.
—¿Eso quiere decir que eres mi papá ahora? —preguntó
tímidamente Diego.
—Soy tu papá si quieres que lo sea —dijo Pedro, con una pequeña grieta en su voz.
—Entonces, ¿puedo llamarte papá? —preguntó Diego
inocentemente. Las siguientes palabras que Pedro dijera podrían alegrar o entristecer a su hijo. Paula contuvo la respiración sin darse cuenta.
—Nada en el mundo me haría más feliz u orgulloso —dijo Pedro y abrió los brazos hacia Diego.
Su hijo saltó de la silla y corrió a los brazos de Pedro. Pedro lo apretó con fuerza contra su pecho.
—Te amo, papá —dijo Diego y una pequeña lágrima se deslizó por su ojo.
—Te amo, también —dijo Pedro, mientras lo aferraba con fuerza.
Paula no podía permanecer sentada y envolvió sus brazos alrededor de ambos, uniéndose al abrazo. Realmente eran una familia. Ya no podía mantener su secreto para sí misma.
—¿Qué piensas sobre tener un hermanito o hermanita? —le
preguntó a Diego.
—Creo que estaría bien —dijo su hijo, después de pensarlo por un momento.
—Creo que estaría más que bien —agregó Pedro con una sonrisa—.¿Quieres trabajar en ello? —agregó, con un meneo de sus cejas.
—No tenemos que trabajar en ello —dijo, y puso la mano sobre su estómago. Los ojos de Pedro se abrieron como platos, al darse cuenta de lo que le estaba diciendo.
—¿En serio? —dijo con admiración. Ella asintió. Él se levantó de su silla y la levantó. Le dio vueltas mientras se reía con alegría. Su cabeza empezó a girar un poco y le suplicó que la dejara en el suelo—. Lo siento, ¿estás bien? —preguntó, mientras le frotaba todo el cuerpo.
—Estoy bien, Pedro, tal vez un poco menos de giros, sin embargo — dijo con una sonrisa. Él le devolvió la sonrisa con timidez.
—No puedo esperar para contarle a mi familia —dijo emocionado—. No solo tengo un hijo, sino que pronto tendré otro niño. Muchas gracias por todo lo que has traído a mi vida.
—Tú eres el único del que nosotros deberíamos estar agradecidos. Nos has dado tanto, lo más importante de todo, convirtiéndonos en una verdadera familia.
—Vamos a aceptar y acordar que todos nosotros estamos muy bien juntos —dijo.
Acabaron de cenar y se sentaron junto al fuego viendo una comedia.
La velada terminó de forma perfecta, con risas y acurrucarse en el sofá.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me muero del amor. Me encanta esta nove!!
ResponderEliminarMe morí de amor con estos capítulos!!
ResponderEliminarMorí de amor con estos caps Carme!!! Fue la historia que más me gustó de los 3 hermanos. Me gustaron las 3, pero esta fue la más linda para mi.
ResponderEliminarAy! ya termina esta historia!!! Ne encantaron la de los 3 hermanos, pero esta fue mucho más romántica, este Pedro no tuvo tanto miedo a arriesgarse como los otros! ;)
ResponderEliminar