sábado, 14 de marzo de 2015

CAPITULO 37





Paula tenía tantas emociones corriendo a través de ella y no sabía en cual concentrarse. La emoción a la vanguardia era el amor. Ella amaba tanto a este hombre. Su vida sin él parecía tan interminable y vacía.


Lo amaba demasiado como para no poder recostarse mientras él mantenía relaciones con diversas mujeres. Sabía que la pelirroja no sería la última.


Él era vibrante, hermoso, y el sueño de toda mujer. Mira lo rápido que se había enamorado de él.


Ellos llegaron al hotel, y ella lo siguió obedientemente, estaba demasiado agotada —física y emocionalmente— como para luchar con él más esa noche. Racionalmente tendría que explicar que ella no era el tipo de mujer que se recostaría mientras su esposo dormía con otras.


Ellos entraron en la hermosa suite, y sus nervios aumentaron. No había hablado con ella desde que la había sacado de ese motel asqueroso. No estaba triste de ver al lugar al que iban.


Tal vez, después de que hablaran, él la dejaría quedarse en su antiguo apartamento hasta que el bebe naciera. Sabía que ella estaba bajo órdenes estrictas de no trabajar en ese momento, ya que podría causarle daño al bebé. Ella nunca haría nada para lastimar a su hijo. Su mano acarició su estómago mientras estaba sentada en el sofá y esperó a ver lo que él tenía que decir.


Pedro se acercó al teléfono y realizó un pedido de comida. 


Luego se sentó a su lado.


—Paula, nunca he estado tan aterrorizado cuando me di cuenta que me habías dejado. ¿Cómo no te das cuenta lo que significas para mí? — comenzó hablar.


Ella abrió la boca para responder, pero el negó con la cabeza suavemente y la atrajo hacia su regazo.


Ella sabía que tenía que luchar, pero a pesar que él era el motivo por el que ella estaba con tanto dolor, quería la comodidad que él le estaba ofreciendo. Él comenzó a frotar su espalda en círculos lentamente y tuvo que luchar contra las lágrimas que querían caer de nuevo. No sabía cómo ninguna sola lágrima salió de su cuerpo.


—Mírame, por favor —le suplicó él. Ella finalmente se volvió para mirar sus ojos. Ellos parecían tan llenos de amor y sinceridad—. Te amo — declaró él.


Ella finalmente perdió la batalla para contener las lágrimas. 


Cayeron libremente por sus mejillas, y su cuerpo se sacudió suavemente por los sollozos al oír finalmente las palabras que había deseado durante tanto tiempo.


—Te amo y sólo a ti —dijo de nuevo mientras él con cuidado enjuagó sus lagrimas—. Lo que viste hoy no era yo adhiriéndome a otra mujer. Ella es una ex novia que estaba tratando de recuperarme. Si te hubieras quedado un momento más, me habrías visto apartarla en cuanto ella hizo su movimiento. Hice que seguridad la sacara de las instalaciones. Hablé acerca de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado — terminó con una tímida sonrisa en su rostro.


Lo miró fijamente, empezando a sentir un rayo de esperanza. Él decía que la amaba, y tal vez realmente ella había sacado conclusiones apresuradas.


—¿Por qué crees que te engañaría? Hacer el amor contigo es la mejor experiencia sexual que he tenido en mi vida, pero es mucho más que solo sexo. Nunca puedo tener suficiente de ti. ¿Por qué en el mundo tendría que ir a buscar a otra mujer cuando te tengo a ti todas las noches? — preguntó él con confusión.


—Tiene más sentido para mí que te guste una mujer como ella. Yo no soy sofisticada o hermosa. Te quedaste atrapado conmigo debido al bebé. Simplemente tiene más sentido que tú en realidad seas capaz de amarme. —Ella rompió en un sollozó apagado y no pudo decir nada más.


Pedro levantó su barbilla y puso sus labios sobre los suyos. 


Ella respondió de inmediato, como siempre hacía, incluso a su más ligero toque. Él se apartó rápidamente, pero con suavidad.


—Paula, admito que no comenzamos de la mejor manera, pero ya nada de eso importa. Lo único que importa ahora es como nos sentimos el uno sobre el otro y como nos sentimos acerca de nuestro hijo —dijo él mientras ponía su mano sobre su estómago. —Te amo tanto. Lo siento, he sido un idiota. Tenía miedo de darte mi corazón porque ya me posees en todo lo demás. Caminaría sobre el fuego por ti. Te perseguiría hasta los bordes del universo. No puedo, y no voy a vivir sin ti. Tú y nuestro hijo son mi razón para sobrevivir. Sin los dos no hay alegría ni pasión en mi vida. No tendría sentido —dijo él.


Ella le creyó. Él la amaba.


¡Él la amaba!


Ella nunca en su vida, sintió alegría tan enorme como en ese momento, sentada en el regazo de su marido con sus brazos envueltos apretadamente alrededor de ella. Podía ver el amor en su rostro y sentirlo en su cuerpo. Sabía que todo iba a estar bien. Sabía que iban hacer la pareja que vencería las probabilidades.


—Te amo tanto, Pedro. Creo que te amado desde la primera vez que nos conocimos. Traté de luchar contra ello, pero no se puede luchar contra un hombre como tú. Eres con quién quiero estar el resto de mi vida —dijo ella con pasión.


Paula le echó los brazos alrededor del cuello de su esposo y lo besó con un hambre que los mantendría hasta muy tarde en la noche, o por lo menos hasta que fueran interrumpidos con su cena.





No hay comentarios:

Publicar un comentario