miércoles, 18 de marzo de 2015

CAPITULO 53






Pedro despertó con Paula presionada contra él. Yacía sobre su espalda con ella frente a él. Sus piernas se enredaban con las suyas y su brazo estaba alrededor de su bajo estómago. Su cabeza descansaba en su hombro, con su boca a pocos centímetros de la suya.


Él miró el reloj, notó que era medianoche, habían estado en la cama por un par de horas. Ella debió haberse movido sobre él mientras dormía.


Estaba cansado y bastante excitado como para jugar a ser un caballero.


Ella comenzó a moverse y retorcerse contra él, causando que su cuerpo se agitara en el aire.


Él pudo sentir su pulso acelerarse, quería enterrarse a sí mismo profundamente en ella y sin importarle las consecuencias. Él se giró, sus rostros uno frente al otro y sus manos empezaron a recorrer su cuerpo.


Ella se presionó contra él y dejó salir un gemido de placer, empezaba a despertar. Su pierna seguía rodeándolo, girarse causó que su erección estuviera directamente sobre su centro. Solo un pequeño trozo de tela se interponía entre ellos.


Él pasó su lengua por el labio inferior y sus ojos se abrieron un poco, al mismo tiempo otro gemido escapaba de sus labios. Él sostuvo su cabeza y la besó apasionadamente. 


Ella despertó completamente y lo besó devuelta con
la misma urgencia.


Sus manos empezaron a explorarla de nuevo y él detuvo el largo beso lo suficiente para pasar su pijama sobre su cabeza. Volvió a besarla, acercándola a él fuertemente, ni una brisa de aire podría haber pasado entre ellos. Su cadera se movía contra su erección y él temía que terminaran muy pronto.


Él la acostó sobre la cama y movió su boca hacia su pecho. 


Ella arqueó su espalda en cuanto su lengua rozó su pezón. 


Lamió y se encargó de sus senos, provocando que se agitara buscando más. Él quería prestarles más atención, pero era consciente de que todavía amamantaba y sabía que mucho juego causaría problemas.


Por lo que siguió con el recorrido de su lengua hacia el centro entre ambos y luego a través de su estómago.


Le estaba rogando que la tomara, él estaba por hacer eso, pero se encargaría de que su tiempo juntos fuera bueno para ella también. El único otro momento en que habían hecho el amor, en el elevador, había terminado muy rápido.


Él arrancó la última barrera entre ellos de su cuerpo y luego su boca empezó a besarla de las formas más íntimas posibles. Ella agitó su cadera en el aire mientras el placer la atravesaba.


Pedro, por favor… —pidió.


Él no podía aguantar más, se quitó su bóxer rápidamente y se posicionó sobre ella.


—Eres hermosa —murmuró mientras observaba su sonrojado rostro.


Él introdujo su lengua en su boca al mismo tiempo que le daba a ambos lo que realmente querían y se sumergía profundamente en ella. Se removió contra él, queriéndolo más adentro. Él gustosamente cumplió su petición.


Él ya no podía controlarse más. Él se impulsó hacia ella rápido, y ella lo igualó, embestida por embestida. Ella suplicaba y de repente gimió. Él la sintió vibrar a su alrededor y perdió el control. Él se impulsó por última vez y se vino dentro de ella.


Con su último poco de energía se acostó sobre su espalda mientras la acercaba a él, no la dejaría alejarse de él de nuevo. Había roto su regla sobre el primer movimiento, pero ella no se había resistido y ellos no se arrepentirían.


Ninguno de los dos dijo nada, pero luego de que sus respiraciones volvieran a la normalidad, él sintió que ella intentaba apartarse. Él reforzó sus brazos a su alrededor.


—Vuelve a dormir, Paula —pidió. Ella se rindió y pronto se quedó dormida. Él rápidamente la siguió.




No hay comentarios:

Publicar un comentario