lunes, 9 de marzo de 2015

CAPITULO 20





La condujo por un pasillo a la izquierda. La primera puerta por la que entraron los llevó a un gimnasio de última generación, y caminaron a través del lugar rápidamente. 


Quería hacer una pausa y observar el equipo, pero él parecía tener prisa, así que rápidamente siguió su ritmo. La
siguiente habitación albergaba una piscina de tamaño olímpico. Su boca se abrió en sorpresa. ¿Podría ser real? 


Ella no sólo tenía un hogar, al que a ella ni siquiera le importaría si fuera del tamaño de una caja de zapatos,sino que también una piscina, gimnasio y mucho más.


La cabeza le daba vueltas mientras él le mostraba una bañera de hidromasaje y sauna, y varios otros lugares, como una sala de juegos. Paula sintió que Pedro la miraba mientras recorrían las instalaciones, y ella hizo un intento de controlar su expresión. No podía ocultar el placer corriendo
por su rostro, sin embargo.


Le mostró el jardín privado con varios bancos escondidos en diferentes lugares.


Al pasar por una de las zonas cubiertas de arbustos, ella vio a una pareja joven muy ocupada besándose como para notar a Pedro y Paula,


Su pulso empezó a correr al ver a la pareja, que obviamente al estar enamorados no podían mantener sus manos fuera del otro. Ella no notó si Pedro lo vio o no, pero quería volver a entrar antes de que tuviera alguna idea más erótica con su jefe.


—¿Qué te parece hasta ahora? —preguntó él. Paula intentó mantener una expresión fría, trató de actuar como si estuviera acostumbrada a vivir en lugares similares. No era como si él no supiera nada de su casa anterior, sin embargo. 


Finalmente renunció a fingir y dio una vuelta mientras se
reía en voz alta. Ella casi le agarró en medio de su euforia, pero en el último momento, se apartó.


—No puedo creer que viviré aquí. Sé que debería actuar toda fría y serena, pero me da igual. Me encanta este lugar, y creo que nunca querré mudarme —dijo ella, con una enorme sonrisa en su cara.


—Bueno, es posible que desees reservar tu opinión hasta que veas tu apartamento actual —dijo, mientras se dirigía al vestíbulo.


Pedro apretó el botón del ascensor y entró cuando las puertas se abrieron.


Subieron al piso diecinueve en silencio. A medida que bajaban y miraba a su alrededor en los pasillos extra anchos con hermosas pinturas colocadas estratégicamente, Paula finalmente se dio cuenta del enorme tamaño del complejo.


Cuando le dijeron que era un edificio de apartamentos corporativos, ella había asumido que sólo tenía un par de pisos, con unidades mínimas.


Pero, por lo que estaba viendo, debía haber cientos de apartamentos.


Mientras caminaban por el pasillo, se dio cuenta de que casi no había puertas. Llegaron casi al fondo, cuando Pedro se detuvo y puso una llave en la puerta a su izquierda.


—No hay muchas puertas aquí. ¿Cuántos apartamentos hay en cada piso? —preguntó, casi con miedo a ver lo grande que era el suyo.


—Este piso sólo tiene dos apartamentos. Tenemos cuatro pisos que disponen de tres dormitorios cada uno, seis pisos con dos dormitorios, y el resto son todos los apartamentos de un dormitorio. Los primeros dos pisos son departamentos temporales, donde los socios se quedan cuando vienen por viaje de negocios. Todos los demás pisos son residencias permanentes —respondió—. Este piso también se utiliza para conferencias y dispone de varias salas disponibles para reuniones. Llevamos a cabo negocios aquí, a menudo.


—Oh —dijo Paula, sin saber qué más decir.


Entraron, y el aliento de Paula salió corriendo. El apartamento era enorme.


Tenía una gran entrada, baldosas en tonos tierra, dando lugar a una hermosa sala de estar. El mobiliario parecía nuevo, y la habitación estaba equipada incluso con una gran pantalla de televisión y cientos de DVD’s en un estante junto a él. Ella rápidamente examinó los títulos y vio varias comedias románticas.


¿No había algo en lo que ellos no pensaran?


—Esther te trajo unas cuantas películas que creía que disfrutarías como un regalo de bienvenida a casa —dijo Pedro mientras miraba en el estante.


Ella se conmovió al ver que Esther hizo algo tan agradable para ella.


Tendría que asegurarse de enviarle tarjeta de agradecimiento, y luego llevarla a almorzar. Pedro dio un paso atrás y dejó que ella deambulara por el apartamento. 


Había una habitación de buen tamaño para un invitado, si traía alguno. El baño principal estaba decorado con nuevas
fundas de baño y unos toques adicionales al inodoro y al lavado.


Ella abrió la puerta al final del pasillo y se sorprendió al ver el dormitorio principal. Había una enorme cama con dosel en el medio de ella, cubierta con el edredón púrpura que había elegido. Era el tipo de cama que siempre había soñado con tener. Se acercó, saltó en medio de ella, y soltó una risita.


—No sé qué decir. Nunca he conocido a una empresa tan generosa. Me hacen sentir culpable con todo lo que me han dado cuando tantas personas no tienen ni siquiera un tercio de esto. ¿Qué pasa si la empresa me odia en seis meses más? ¿Qué pasa si soy un fracaso total y no puedo hacer el trabajo, después de todo? Es tanta la presión.


—Paula, no habríamos hecho esto por alguien a la que no le tuviéramos la suficiente confianza. Has estado haciéndolo muy bien, y odio repetirlo, pero ofrecemos esto a todos los funcionarios ejecutivos.


Paula sonrió mientras Pedro salió de la habitación. Ella no estaba recibiendo ningún tratamiento especial, lo que hizo que se sintiera mejor.


Ella no quería destacar. No quería sentirse culpable por lo que le habían dado. Quería simplemente disfrutar de lo que tenía y por ahora, al menos, era todo suyo.


Paula volvió a la sala de estar. Pedro estaba de pie con la espalda contra la pared, mirándola. Aquí va, pensó ella. Él no lucia como si fuera a irse pronto, y ella sólo quería eliminar el estrés y disfrutar de su nuevo lugar.


Si las cosas fueran diferentes, sería capaz de imaginar a los dos acurrucados en el sofá, viendo una de sus comedias románticas, pero eso nunca iba a suceder. Tenía que dejar sacar toda la emoción acumulada, sonreír enormemente, y bailar alrededor de su nueva sala de estar. No podía hacer eso hasta que él se fuera.


—Gracias por tomarse el tiempo de su apretada agenda para hacer todo lo que hizo hoy. Este lugar es increíble. Es mejor de lo que podía haber imaginado o esperado, aunque yo realmente no necesito todo el espacio. Si quiere puedo mudarme a un apartamento más pequeño y guardar este para un empleado con una familia, estoy bien con eso. —Ella hablaba rápidamente, por lo que no podía interrumpirla—. No estoy diciendo que no me encanta la vivienda, porque si me encanta. Es en serio más increíble que cualquier otro lugar que he visto, si menciono en dónde he vivido antes, pero sólo parece ser un desperdicio de espacio para mí —continuó ella, casi sin respirar.


Paula pensó que si ella hablaba primero, él no haría la demanda que ella pensaba que estaba a punto de hacer. No iba dormirse en los laureles en su camino a la cima, no importa lo que él pensara de ella después de la forma en que se había comportado la noche anterior. No estaba tan
hambrienta de éxito.


Bueno, ella tenía hambre, sólo que era un hambre muy diferente. Lo superaría en cuanto tuviera algo de tiempo a solas para pensar realmente.


Ella seguía diciéndose a sí misma eso, pero tenía serias dudas acerca de su propio razonamiento.


Un incómodo silencio flotaba en la sala cuando se detuvo. 


Parecía que no se iría hasta que ella se lo pidiera.


2 comentarios:

  1. Amo esta historia, me fascina Carme. Quiero maratón todos los días jajajaja

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  2. Muy lindos capítulos!!!! Cuantos cambios para Paula, es lógico que esté emocionada! Me encanta!

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