lunes, 23 de marzo de 2015

CAPITULO 69 (PROLOGO TERCERA PARTE)





Horacio Alfonso se recostó en su cómoda silla, disfrutando del sabor de su whisky de cien años de edad y el calor de la chimenea en llama baja. Estaba lleno de buena comida y de pensar de nuevo sobre la maravillosa Acción de Gracias que acaba de tener con su familia.


Le encantaba cuando se reunían todos juntos. Él estaba feliz de tener tantos nuevos nietos correteando por la casa. Su nieta más joven Emilia acababa de cumplir un año de edad hace una semana. Había mucho que celebrar.


Él sólo deseaba que su joven hijo Pedro encontrara la mujer
adecuada. El aliento de Horacio salió corriendo por la frustración. Había encontrado unos cuantos partidos apropiados para su niño pero Pedro fue muy astuto y había evitado ambos.


Pedro había adivinado lo que Horacio había planeado. Él no era de los que presumían, pero él había tenido éxito en la búsqueda de parejas tanto para Federico y Hernan. Sus esposas eran mujeres increíbles y mejor aún, le habían dado nietos para llenar los pasillos viejos y vacíos de su casa que le habían parecido tan estériles por un tiempo tan largo


Bueno Pedro lo subestimó porque seguramente encontraría una novia que podría enlazar a su hijo. Él sabía que su hijo era terco, pero Horacio era aún más terco.


No podría descansar hasta que Pedro estuviera felizmente casado.


Horacio escuchó de repente una estampida proveniente del pasillo. Él sonrió, sabiendo de quién era el sonido de los zapatos.


—Abuelo, date prisa, la abuela dice que llegó la hora del postre — dijo Olivia, su nieta mayor, un poco sin aliento. Ella debió de correr todo el camino. No había nada como un postre para motivar a un niño.


Horacio puso su copa y extendió los brazos para que su nieta lo abrazara.


—Bueno, yo ciertamente no quiero hacerte esperar a tener un poco de pastel —dijo mientras se la llevaba de la habitación.


—Lo sé —dijo Olivia, como si el asunto fuera de máxima
importancia.


—Vamos a buscar a todos y comer un poco de pastel de calabaza — dijo a Olivia antes de hacerle cosquillas a su barriga.


—El tío Pedro dijo que probablemente tú no estarías haciendo nada bueno —dijo Olivia en un susurro, actuando como si estuviera divulgando un gran secreto.


—Tu tío Pedro tenía razón. Estoy pensando en darte un poco más de primos, pero vamos a mantenerlo entre tú y yo.


—Te lo prometo —dijo Olivia. Luego levantó la mano para jurar con su meñique sobre el asunto.


Horacio la abrazó con fuerza antes de ir a reunirse con el resto de su familia. Era verdaderamente un hombre bendecido.







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