martes, 24 de marzo de 2015

CAPITULO 75






Paula estaba mirando a la mesa casi vacía con temor. 


Nunca había creído que toda la comida que había llenado el espacio podría posiblemente haber sido comida, pero había estado equivocada. Había hecho lo suficiente para alimentar a un ejército y encima de eso, todos los que habían asistido trajeron al menos un plato y todo se había ido. Solo quedaban unos pocos restos y pequeñas piezas por ahí.


Supuso que los ganaderos de trabajo duro necesitaban repostar sus energías. En realidad estaba muy contenta con la forma en que mucha gente la había elogiado por sus platos. Le hacía sentirse bien tener a la gente apreciando sus habilidades culinarias.


Diego estaba en la casa con el resto de los niños, escuchado a Horacio leerles historias. Después de la hora del cuento todos iban a acampar en la enorme guarida y ver películas. 


La niñera de Malena, Julia, se había ofrecido a quedarse con ellos, en caso de que alguno se despertara por alguna razón.


Paula estaba tan feliz de que los miembros de la familia Alfonso estuvieran tratando a su hijo como si fuera uno de ellos. Ya lo había escuchado referirse a Joaquin como su primo favorito. La pequeña Olivia se molestó por ese comunicado. Paula podía decir que a ella le gustaba ser
la favorita, pero en el buen sentido. Ninguno de los niños parecía ser mimado. Todos parecían ser muy queridos y confiados.


—Oye, Paula, necesitamos otra persona, ven a cambiarte con nosotros y jugar voleibol acuático —demandó Malena, mientras le agarraba del brazo y empezaba a conducirla por las escaleras para cambiarse de ropa.


Paula estaba un poco incómoda por hacer cabriolas alrededor de su traje de baño en frente de un grupo de desconocidos, pero sonaba muy divertido y realmente no quería decepcionar a Malena, así que decidió superar sus temores.


Se cambió rápidamente y corrió escaleras abajo. Los chicos estaban ya en el agua, golpeando el balón de ida y vuelta, y mojándose entre sí en el proceso. Pedro saltó fuera del agua para clavar el balón sobre la red y Paula olvidó respirar por unos momentos. El hombre estaba increíble en nada más que un par de traje de baño.


El agua bajaba en cascada por su pecho musculoso y brazos. Estaba muy oscuro, de todo el tiempo que pasó fuera y Pedro estaba mucho más en forma que cualquier chico que pasaba horas en el gimnasio. Su cabello era un poco sobre el lado más largo y ella se encontró a sí misma
queriendo pasar sus dedos a través de los mechones húmedos. La cintura de sus pantalones cortos viajaba abajo, mostrándole el camino de vello que iba más allá de su ombligo. Notó dónde sus ojos se habían perdido e instantáneamente apartó la mirada de él, rezando para que nadie más hubiera visto su reacción con su jefe.


—Oigan, chicos, no está permitido comenzar sin nosotras —Juana regañó a los chicos. Corrió y saltó al lado de la piscina, haciendo un chapoteo enorme con una bala de cañón perfectamente ejecutada.


—Eso se llama hacer trampa cuando intentas cegar a tu oponente — dijo Federico, antes de levantarla en un ardiente beso. Paula podía jurar que vio vapor elevarse hasta el agua cuando los dos se abrazaron.


—Oigan, no me importa rallar con todo este juego y la partida, si ustedes están demasiado ocupados para jugar —dijo Hernan a Federico y Juana, antes de que se volviera y mirara de reojo a su mujer curvilínea en sus bikini diminuto.


—No hay posibilidad —respondió Malena. A continuación, tomó la mano de Paula y tiró de ella en la piscina junto con ella.


Paula salió del agua tosiendo. De repente había una mano golpeando su espalda.


—¿Estás bien? —le preguntó Pedro, parado demasiado cerca de su cuerpo hormonal. La sensación de su mano en su piel desnuda era extremadamente agradable.


—Estoy bien, solo no me lo esperaba y olvidé taparme la nariz — tosió ella.


—Lo siento mucho —dijo Malena con verdadera preocupación.


—Estoy bien, lo prometo. Vamos a jugar —dijo Paula.


Realmente no le gustaba ser el centro de la atención en cualquier modo, por no hablar cuando estaba en bikini frente a un hombre muy viril, es decir, varios hombres viriles.


Allí estaban, varios trabajadores de rancho y sus novias jugando contra los hermanos y sus esposas. Era un pareja palooza y Paula estuvo un poco incómoda cuando se dio cuenta que era la pareja de Pedro.


Esperaba que no pensara que estaba intentando conquistarlo.


Paula pronto se olvidó de sus preocupaciones y se perdió en el juego.


Los hermanos eran competitivos. Se aseguraron de colarse en varios besos con sus esposas y estaban constantemente haciendo bromas o riéndose de algo.


El balón venía directamente hacia Paula y ella hizo una inmersión para salvarlo antes de que aterrizara en el agua. 


No estaba mirando a dónde iba, y de repente se estrelló contra el pecho duro como la roca de Pedro. Sus brazos automáticamente la rodearon para evitar que se cayera.


Ella levantó la vista para agradecerle y sus ojos se cerraron el uno con el otro.


Ella no podía apartarse de él, no importaba lo mucho que su cerebro le decía que se riera y le agradeciera, y luego alejarse. Él tenía los ojos azules más fascinantes que había visto jamás. Ella automáticamente empezó a balancearse hacia él, olvidándose de nadie más que estuviera cerca de ellos.


Pedro inclinó la cabeza y hambrientamente tomó sus labios y tiró de ellos con fuerza contra él. Sus brazos se envolvieron alrededor de su cintura desnuda y la empujó con su ahora creciente erección. De repente, un chorrito vino de la parte superior de sus cabezas, haciendo a Paula ahogarse un poco. Pedro se echó hacia atrás, a punto de matar a alguien, cuando notó los ojos alrededor de la piscina donde estaban él y Paula.


Él miró de regreso hacia el rostro de ella y vio el horror amanecer en sus ojos. Prácticamente podía leer sus pensamientos. Apenas había conocido a la mujer, pero su rostro era un libro abierto para cualquier que quisiera leerlo. 


Sus mejillas ya enrojecidas se convirtieron en una sombra
de oscuro rojo y se escabulló detrás de él, como si él tuviera la peste o algo así.


Pedro estaba intentado averiguar qué decir para posiblemente mejorar la situación, cuando su hermano decidió ayudarlo.


—Supongo Pedro, puedes dejar de maltratar a la pobre chicas. Sé que el agua es un poco fría, pero hay otras maneras de calentarse, como en realidad jugar el juego.


—Mira quién habla. —Pedro chapoteó de nuevo de regreso, y luego todos los hombres comenzaron una guerra de agua enorme. Las mujeres corrieron hacia la cubierta y salieron de la piscina.Paula estaba mortificada y tratando de pensar en la mejor manera de escapar, sin que se viera como un verdadero escape.


—En serio, sé que estás un poco avergonzada por el beso, pero esos chicos no son fáciles de resistir. Solo tienes que saber que cada una de nosotras ha estado allí y nadie está pensando nada, excepto que eres una chica afortunada —le dijo Juana.


Paula le dio una sonrisa torcida de agradecimiento y decidió que quizás Juana tenía razón y nadie realmente le prestó mucha atención.


Además, habían estado en el agua y más o menos cubiertos. 


Se envolvió en una toalla fuertemente y decidió olvidarse de todo el asunto.


—Pensé que habías dicho que no estabas interesado —bromeó Hernan a Pedro.


—No quería que eso sucediera. Infierno, no sé lo que pasó —dijo Pedro, un poco aturdido.


—¿Supongo que harías una excepción para que yo la pusiera arriba entonces? —Añadió Hernan.


Pedro solo le gruñó antes de marcharse. Federico y Hernan se sonrieron el uno al otro. Ambos entendían el dolor que su hermano iba a pasar. Ellos habían luchado contra su atracción con sus esposas, aunque al mirar atrás; se dieron cuenta lo idiotas que habían sido. Esas mujeres eran las mejores cosas que les habían sucedido.







3 comentarios:

  1. Ayyyyyyy, qué geniales. Va a ser un hueso duro de roer este Pedro me parece jajaja

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  2. Me encanta la historia!!! Pedro se hace el duro y es el que más rápido cayó! ojalá no se haga rogar tanto!

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  3. Jajajajja guauuu ! Ya esta con la soga al cuello pp ;)

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