miércoles, 25 de marzo de 2015
CAPITULO 80
Tomó un par de semanas pero las cosas volvieron a algo de la rutina normal. Paula y Pedro podían estar en la misma habitación de nuevo sin mucha tensión e incluso volvieron a algunas de sus burlas anteriores.
Paula se estaba sintiendo más y más segura. Aún podía encontrar sus ojos atraídos hacia Pedro y parecía saber siempre dónde estaba pero le importaba demasiado como para arriesgar perderlo por un romance barato. Le dolía el cuerpo cada noche deseándolo tanto pero estaba acostumbrada a negarse cosas a sí misma por el bien de los demás.
En este caso estaba poniendo las necesidades de su hijo antes que las suyas, lo que hacía que el sacrificio valiera la pena. Ella al menos pensaba que valía la pena, o esperaba que lo hiciera.
Lo que hacía el dolor aún peor, era que cada día que estaba
alrededor de Pedro se sentía un poco más enamorada de él. ¿Cómo podía no amar a un hombre que era tan amable con su hijo y tan compasivo con todos los que le rodean? Incluso era un santo cuando se trataba de sus animales.
Aún no le había encontrado ni un solo defecto. No entendía como aún no estaba casado y con diez hijos. Haría el esposo y padre perfecto.
Soñó más de una vez estar en el papel de esposa y madre con Pedro.
Paula y Diego estaban jugando un juego de Candy Land en la sala de estar cuando Pedro entró.
—Pedro, mira, estoy ganándole a mamá otra vez —dijo Diego mientras le sonreía a su héroe.
—Buen trabajo, amigo. Eduardo acaba de traer un poco de torta de chocolate. Si te das prisa a la cocina, puede que obtengas un poco antes de que la guarde —agregó.
—¡Sí! —gritó Eduardo y se echó a correr por el pasillo.
—Sabes que lo estás malcriando —advirtió Paula, pero la sonrisa que le dio quitó cualquier daño.
—Realmente me encanta tenerlo aquí. Le trae tanta luz a la casa.
—Gracias —dijo Paula, mientras las lágrimas le escocían los ojos.
Era una tonta con cualquiera que amara a su hijo.
—Paula necesitamos hablar sobre la escuela de Diego. El año comienza en unas semanas —comenzó Pedro cuidadosamente. Estaba preparado para una batalla menor con la madre obstinada.
—Hay una gran escuela aquí. Iba a ir a hablar con ellos la próxima semana —dijo ella, pensando que la discusión estaría terminada.
—Federico me contó todo sobre la escuela en la que Olivia está inscrita y no es mucho más lejos de esta zona. Él tendría muchas oportunidades allí que no puede obtener de una escuela pública y podría ir con Olivia —le dijo él a ella.
—Pedro no hay manera en que pueda darme el lujo de poner a Diego en una escuela privada.
—No tendrías que pagar nada. Sería una parte de tu contrato.
—No hay manera de que pueda aceptar eso, Pedro. Ya le das a hurtadillas cosas a Diego todo el tiempo, como la sucia bicicleta que le diste la semana pasada. Estará bien en la escuela local de aquí —agregó tercamente. Ella ya le debía demasiado a Pedro y no quería endeudarse más.
Pedro estaba preparado para su argumento. Él ya había descubierto que ella no era una persona codiciosa. De hecho, era completamente lo opuesto. Era malditamente frustrante tratar de darle algo a ella o a su hijo.
—Sólo déjame explicarme antes de empezar a ponerte a la defensiva y rechazar la idea por completo —empezó él.
—Bien. Adelante, explícate pero te digo que la respuesta seguirá siendo no. Estás perdiendo el tiempo —dijo, mientras cruzaba sus brazos.
—Eres la mujer más exasperante. También dije que no te pusieras toda a la defensiva —casi gritó él.
Ambos se miraron, ninguno dispuesto a dar marcha atrás.
Paula finalmente desdobló sus brazos y se encogió de hombros.
—Continúa —murmuró.
—Gracias. Como estaba diciendo, la escuela es de primerísima calidad y si Diego va allí tendrá de lejos muchas más oportunidades de las que una escuela pública puede darle. El sistema de las escuelas públicas ha tenido demasiados recortes en el presupuesto. Diablos, él ni siquiera podría aprender otro idioma o participar en cualquier club bueno. Esas son las cosas que él realmente necesita para asegurar su futuro.
—Pero el dinero... —comenzó ella.
Pedro levantó su mano.
—Puedes hablar con diferentes empleados personalmente y de la empresa. Hemos añadido beneficios donde pagamos por matrículas universitarias y licencias extendidas. Creemos en cuidar lo nuestro. Pagué para que los niños de Eduardo vayan a la universidad y él no peleó conmigo por eso, así que por favor pon a Diego por encima de tu orgullo y permite
que tome esta oportunidad —dijo. Sabía que la última parte era un golpe bajo pero también sabía que ella estaba dispuesta a hacer casi cualquier sacrificio por su hijo, incluso si ese sacrificio era aceptar algo de otra persona.
Paula se sentó, luchando consigo misma. Sabía que lo que Pedro decía era cierto. Sabía que podía estar perjudicando el futuro éxito de su hijo al no dejarlo ir a una escuela mejor pero realmente no quería estar en más deudas con Pedro.
—Puedo entender tus puntos y tienes razón —ella finalmente aceptó.
Pedro se veía un poco presumido ante sus palabras. Ella mantuvo su mano levantada para hacerle saber que no había terminado de hablar. La sonrisa se le cayó.
—Dije que puedo entender tu punto, sin embargo si esperas que yo me comprometa, tú tienes que estar dispuesto también —dijo ella, mirando a los ojos, para asegurarse que estaba haciendo un punto
—¿Qué clase de compromiso? —preguntó él con desconfianza.
—Si Diego va a ir a una escuela elegante, entonces insisto en contribuir. Ya no tenemos ningún gasto aquí y recibo un salario generoso.
Estoy segura que la enseñanza cuesta mucho, así que voy a cortar mi salario a la mitad. —Pensó que esa sería una solución aceptable para ambos.
—De ninguna manera —le dijo Pedro, sin lugar para comprometerse de su parte.
—Entonces no hay trato —agregó Paula, igual de inflexible.
Ambos se miraron uno al otro de nuevo, tratando de romper a la otra persona. Cuando Paula se rehusó a dar marcha atrás. Pedro finalmente levantó las manos en derrota.
—Bueno, ¿qué tal si a tu salario se le cortan sólo cien dólares a la semana, en vez de la mitad? —dijo él.
Cuando ella empezó a sacudir la cabeza, él la interrumpió.
—Escucha, si él va a ir a una escuela privada van a haber cosas extras que va a necesitar. Vas a necesitar tu salario —intentó razonar con ella, Paula ni siquiera había pensado en otros gastos. Pedro no iba a decirle sobre los honorarios adicionales para las excursiones y demás. Él sólo se
aseguraría de que la escuela lo contactara directamente a él, porque si ella supiera algo de todo eso insistiría en romperse a sí misma trabajando para pagarle. No la entendía, el dinero ni siquiera sería extrañado por él. Estaba frustrado con ella y al mismo tiempo impresionado con su independencia.
—Supongo que podríamos intentarlo —admitió a regañadientes—. Pero Pedro, si los niños de ahí lo hacen sentir mal acerca de sí mismo por no ser rico como ellos, no se quedará. Prefiero que tenga una educación en una escuela pública a que se sienta como si no fuese suficientemente bueno —dijo enfáticamente.
—Paula, va a encajar perfectamente. Ya tiene una mejor amiga que va a ir a la escuela con él y es extrovertido y sociable. Va a ser amigo de todos los niños de la escuela —dijo.
—Está bien. ¿Cuándo comienza la inscripción? —preguntó ella.
—Podemos ir allí mañana. Tomaremos el helicóptero hasta lo de mi papá y luego conduciremos. Le he estado prometiendo a Diego un viaje hace rato.
—Creo que estaría bien sólo conducir —dijo ella nerviosamente.
Estaba aterrorizada de las alturas y no era fan de volar en nada, mucho menos en un pequeño helicóptero, que sólo permanecía en el aire debido a un par de barras de acero que daban vueltas.
—No seas tan gallina. Te encantará la vista y está a solo un viaje de quince minutos pero probablemente tomaremos la ruta escénica —añadió con un guiño.
Paula se estremeció y se resignó a tener que hacer cosas que nunca había hecho antes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Muy buenos capítulos!!! Me encanta actitud de Pedro cuidándolos así a Pau y a Diego!
ResponderEliminarCómo me gusta este historia. Me encanta este Pedro tan protector. Se la va a ganar a través de Diego, ayyyyyyyyyyy, me encanta jaja
ResponderEliminar