miércoles, 18 de marzo de 2015

CAPITULO 54





Paula despertó y se dio vuelta. ¡Ouch! Estaba dolorida. Se sentó, dándose cuenta de que estaba sola en la gran cama. 


Sus manos se deslizaron rápidamente a su cara mientras repetía la noche anterior en su mente. Ella y Pedro habían hecho el amor, no solo una vez, sino dos veces. La primera vez, cuando ella había despertado apegada a él, y la segunda vez, después de alimentar a Joaquin y volver a acostarse.


No hubo ninguna vacilación por su parte. Él la había tocado y ella había caído instantáneamente en sus brazos. ¿Cómo se suponía que debía mantener las distancias con el hombre cuando al segundo de tocarla se derretía? Se sintió aliviada y triste al mismo tiempo por encontrarse sola.


Ella se levantó rápidamente y fue a chequear a Joaquin, quien afortunadamente todavía estaba durmiendo. Tuvo tiempo para ducharse y ejercitar sus tensos músculos. Ella no había hecho ejercicio hace tanto tiempo que no podía recordar la última vez.


Finalmente se vistió, tomó a Joaquin y bajó las escaleras.


—Buenos días, señora Alfonso. Espero que haya dormido bien —la saludó Tina.


—Lo hice. Gracias —respondió ella automáticamente.


—El señor Alfonso me pidió que le dijera que tuvo que correr a la oficina hoy y que estaría fuera toda la tarde. Dijo que la nueva niñera llegaría a alrededor de las ocho —dijo, antes de hacer el desayuno de Paula delante de ella.


—Gracias.


Paula alimentó a Joaquin mientras comía su propio desayuno, y luego fue al estudio mientras esperaba a Julia, su nueva niñera.


Julia llegó temprano y ordenó la habitación en poco tiempo. 


Paula, Julia y Joaquin pasaron el día juntos en la casa. 


Paula no pudo encontrar ningún fallo con Julia y tenía que admitir que era muy agradable tener un par extra de manos para ayudar con el bebé. Al final, ella incluso pasó un rato en el jardín, sin miedo de no escuchar a Joaquin.


Paula decidió que si su matrimonio terminaba por no funcionar, iba a mantener Julia con ella. Ella estaba disfrutando de la ayuda y pudo ver que Julia amaba a los niños.


Mientras Paula estaba sentada en el jardín, ella trató de averiguar cómo realmente se sentía por su marido. Ellos disfrutaban de la compañía del otro, ella se sentía definitivamente atraída a él y compartían un hijo. Él era diferente a cualquier hombre que jamás había conocido antes. Tendría que hacer un verdadero examen de conciencia, porque estaba aterrorizada a bajar la guardia y dejarlo entrar.


Paula no sabía cuánto tiempo llevaba sentada en el jardín soñando despierta, pero pronto Julia caminó hacia ella con un consentido Joaquin en sus brazos.


—Su hijo está listo para comer —dijo Julia con una sonrisa.


—Lo siento, no me di cuenta de cuánto tiempo había estado sentada aquí —dijo Paula rápidamente. De inmediato se levantó y se dirigió hacia Julia y su hijo.


—Se merece un poco de tiempo para usted. No se sienta culpable por disfrutar de unos momentos de paz en un agitado día —le reprendió Julia con suavidad—. Su hijo puede esperar el tiempo suficiente para que usted pueda limpiarse —agregó.


Paula miró a sus manos y vio que estaban cubiertas con tierra. Ella levantó la vista y sonrió tímidamente.


—Supongo que debo lavarme las manos antes de tomarlo —respondió ella. Se inclinó y besó la suave cabeza de Joaquin antes de dirigirse al interior.


Paula se limpió y tomó a Joaquin. Fue muy agradable tener la ayuda de Julia con su hijo, era la cosa más relajada en el mundo para ella.


—Háblame de la última familia con la que trabajaste —preguntó Paula, una vez que su hijo estaba calmado y comiendo.


—Ellos son una familia maravillosa. He trabajado para ellos durante veinte años. Estuve allí para el nacimiento de los dos hijos más pequeños y su hijo mayor Justin sólo tenía un año de edad. Su mamá se parecía mucho a ti.
Quería hacer todo por su cuenta, pero se dio cuenta de que un poco de ayuda le dio la energía extra para ser una gran madre —respondió Julia.


—Es muy bueno tener a alguien alrededor. Siempre he pensado que hacer las cosas por mi cuenta era la única manera de hacer algo, pero mi madre me ha dicho muchas veces que está bien pedir ayuda —dijo Paula.


—No podría imaginar mi vida de otra manera. No tuve la suerte de tener una familia propia. Agradezco el compartir la alegría de tener a Joaquin conmigo —dijo con sinceridad.


Paula sabía que ellas iban a tener una gran relación.


—Estamos muy contentos de que hayas entrado en nuestras vidas — dijo.


Ambas charlaron mientras Joaquin comía, entonces Paula se excusó y se lo llevó a la cama. Ella estaba lo suficientemente cómoda en su casa como para tomar otra siesta, a sabiendas de que todo estaría bien. Se sentía en paz en su casa.


El siguiente par de meses pasaron volando en un borrón. 


Con Julia allí para ayudar a Paula, ella era capaz de concentrarse en su escritura y sintió como si estuviera logrando algo. Todavía pasaba la mayor parte de su tiempo en casa, pero cuando ella hacía recados o trabajaba en su libro no sentía que Joaquin estaba siendo descuidado.


Sus noches regularmente estaban llenas de pasión. Pedro y ella no pasaban mucho tiempo juntos durante los días, con él yendo a trabajar. Pero cuando se metían en la cama juntos, cada vez, era como que estaban allí por primera vez. Era mágico y sabía que si se fuera a terminar pronto su mundo sería destruido. Ella era demasiado dependiente de la atención de Pedro.


Paula comenzó a estar inquieta en torno a la casa grande. 


No parecía que hubiese mucho para que ella hiciera. 


Cuando recibió una llamada de un viejo amigo del colegio, informándole acerca de un trabajo a tiempo parcial en el periódico local para un escritor, ella no dejó pasar la oportunidad. Ya había llegado el destete2 de Joaquin y sería bueno salir de la casa.


Estaba tan asustada de perder el sentido de sí misma y que podía trabajar a tiempo parcial sin culpa. Su hijo estaba en más que buenas manos con el personal encargado de la casa. Sería bueno que hiciera algo simplemente acerca de ella.


—Ahora, Paula, quiero recordarte que no son noticias emocionantes.
Cubrirás las reuniones y los eventos escolares de la ciudad, pero aun así es una parte importante del periódico. —Paula estaba en la oficina de Marcia,la editora, hablando de los nuevos detalles del trabajo.


—Entiendo, Marcia. No voy a cambiar el mundo. Será agradable estar escribiendo y salir de la casa. —Paula tranquilizó a su nueva jefa.


—Bien. Me alegro de que estemos en la misma página. Tu primera tarea es en el Ayuntamiento. Tienen una reunión esta tarde a las dos. Harás un breve artículo acerca de los temas de discusión y de cualquier problema que surja.


—Voy a estar allí. Gracias por esta oportunidad, Marcia. Realmente lo aprecio.


—Tengo que admitir que estaba un poco sorprendida de que quisieras trabajar en un trabajo como éste. Tienes un currículum muy impresionante y puedes funcionar para cualquier publicación importante que queramos —dijo Marcia.


—Soy una madre de tiempo completo ahora y el tipo de carrera para la que estoy calificada exige sesenta horas a la semana. No estoy dispuesta a estar lejos de mi hijo demasiado tiempo. Mi plan es ocupar el tiempo escribiendo novelas, pero me gustaría permanecer en un trabajo también.


Muchas personas asumían que simplemente porque Paula tenía acceso a dinero más allá de lo que la mayoría de la gente siempre ha soñado con tener sería una heredera malcriada. Sin embargo, nunca tomó su tiempo para demostrarlo y sabía que se ganaría el respeto de sus compañeros de trabajo en el periódico.


—Bueno, estamos contentos de tenerte en nuestro equipo. 


El artículo se espera para mañana al mediodía. Te veré entonces.


Marcia volvió al trabajo y Paula se dirigió a su auto afuera. 


Tenía una hora para matar antes de la reunión del ayuntamiento, así que ella se dirigió al centro comercial por un batido y un poco de compras.


La reunión fue un aburrimiento, tanto como ella sabía que sería. Fue difícil, pero se las arregló para poner un buen giro en el artículo y su editor estaba más que feliz con su trabajo. 


Le resultaba divertido estar tan orgullosa de su pequeño trabajo, pero se sentía útil y bien consigo misma.


Fue la primera vez en mucho tiempo que se sentía necesaria.


Ella manejó a casa, todavía sintiéndose bien. Cuando llegó a la puerta, ella pudo oler el aroma maravilloso de la cena y escuchar a Joaquin riendo en algún lugar. Siguió el sonido.


Entró en la habitación y encontró a Pedro de espaldas, con Joaquin colgando sobre sus rodillas como si estuviera volando por el aire. Él soltó otra risita. Joaquin vio a su madre y empezó a menearse para ser bajado.


Pedro levantó la vista para ver que más llamó la atención de su hijo, luego dio a Paula una de sus sonrisas asesinas. 


Puso a Joaquin en el suelo, el bebé gateó tan rápido mientras sus piernas regordetas iban hacia su madre.


Paula lo tomó en sus brazos.


—¿Cómo está mi apuesto hombrecito? —le habló a su hijo, mientras acariciaba su cuello, provocándole más risas.


—Se está portando muy bien. ¿Cómo fue tu primer día en el trabajo? Pedro parecía genuinamente interesado, lo cual sorprendió a Paula.


—Fue realmente genial. Sé que no es un diario exitoso y mi nombre no se va a hacer conocido ni nada, pero me gusta la gente allí y es agradable estar trabajando nuevamente —dijo Paula, casi a la defensiva.


—Oye, no te estoy juzgando —dijo Pedro, ofreciéndole sus manos—. En serio, realmente quiero saber cómo fue tu día y lo que hiciste —finalizó.


Paula lo miró con recelo por unos momentos y luego decidió contarle lo de su artículo y de las personas que había conocido.


—Tengo que ir mañana por un par de horas y luego pensé que podría ir a la peluquería. No me he arreglado el pelo o las uñas desde antes de que Joaquin nació y se sentiría celestial —dijo con un poco de culpa por dejar a su hijo mientras ella se mimaba.


—Te mereces un tiempo para ti misma. No tienes que sentirte culpable. Joaquin está bien. Él sabe que lo amas y no estará traumado de por vida porque su madre se hizo las uñas. Deja de ser tan dura contigo misma — dijo él, como si pudiera leer su mente.


—Sé que tienes razón, pero me prometí que no sería una de esas madres que dejan a su hijo en el cuidado de otra persona mientras se pasean por todo el lugar. Se siente mal, sobre todo porque él todavía es un bebé.


Ella se dirigió a la barra y se sirvió medio vaso de vino.


Joaquin estaba feliz jugando con algunos de sus juguetes en el piso.


Paula y Pedro se sentaron en el sofá y lo vieron divertirse.


—Eres una gran madre. Si te preocupas de tus propias necesidades, así como de las suyas, siempre serás una gran madre. Las mujeres que sacrifican todo por sus esposos o hijos terminan resentidas. No quieres que eso pase, ¿no?


Paula miró a Pedro, un poco desconcertada. Ésta era una de las conversaciones más reales que nunca habían tenido. 


Fue agradable volver a casa y hablar de sus preocupaciones con el hombre que amaba. Su mundo se detuvo cuando se dio cuenta de que ella realmente amaba a Pedro. Ella había
intentado evitarlo, pero amaba pasar tiempo con él. Le encantaba la forma en que estaba con su hijo y le encantaba lo que él representaba.


Tenía tanto miedo de que su rostro de alguna manera mostrara sus nuevos sentimientos por lo que se puso de pie, con el pretexto de verificar un juguete que Joaquin tenía. Ella compuso sus facciones, y luego se volvió hacia Pedro.


—Muchas gracias Pedro. Necesitaba escuchar eso. Me daré algo de tiempo y no me sentiré culpable por ello. Voy a lavarme y cambiarme para la cena. —Ella no le dio tiempo a responderle. Rápidamente se deslizó fuera de la habitación y se dirigió a la ducha, donde podía deshacer sus
preocupaciones.


Cuando Paula llegó a la planta baja, la cena estaba lista, y Joaquin estaba sentado en su silla alta. Estaba felizmente con la comida cremosa rellenando su boca. Más comida estaba sobre él que dentro él, pero él se divertía, así que estaba bien.


—Espero que haya tenido un gran primer día en el trabajo —dijo Julia.


—Fue muy agradable. ¿Cómo fue el día con Joaquin?


—Él usualmente está feliz. Tomó solo una pequeña siesta por la tarde, así que creo que va a estar listo para la cama temprano esta noche. Está casi terminando con la cena, así que lo llevaré para bañarlo mientras usted come.


Paula estaba feliz de que ellos hubieran encontrado a Julia.


Ella sabía que Julia amaba a Joaquin tanto como Pedro y ella lo hacían. Era sin duda un miembro invaluable de su familia.


—Gracias Julia. Sé que no lo digo mucho, pero estoy agradecida de que seas parte de nuestra familia. Nunca podría haber pasado la tarde sin mi hijo si yo no hubiera estado cien por ciento segura de que estaba en buenas manos. —Paula se levantó y le dio un abrazo a Julia.


—El honor es todo mío. Usted tiene una familia muy linda y estoy muy feliz de ser parte de ella —dijo Julia antes de ir a bañar a Joaquin.


Pedro y Paula terminaron la cena en un silencio casi incómodo. Cuando estaban hablando de Joaquin o hacían el amor estaban en perfecta armonía.


En cualquier otra situación, el silencio era incómodo.


—Voy a ir a mañana al rancho de mi hermano. —Pedro finalmente rompió el silencio.


—Eso es bueno. No te has tomado un día libre en mucho tiempo —dijo Paula.


—Él quiere arrear al ganado y luego todos nos vamos a reunir durante una barbacoa después —continuó.


Paula estaba nerviosa. No había estado en torno a su familia desde la boda. Horacio y Ana venían con regularidad para jugar con Joaquin, y Pedro había llevado al bebé a donde sus hermanos un par de veces, pero no había habido ninguna reunión de la familia. Estaba nerviosa de enfrentarlos a todos en grupo.


Estaba especialmente angustiosa de estar cerca de Federico y Juana.


Estaban tan obviamente enamorados el uno del otro y ella se sentía como un fraude. Paula sabía que cada día que pasaba con Pedro se enamoraba un poco más, pero también sabía que él no correspondía a sus sentimientos. Si no tuvieran a Joaquin, no tendría un matrimonio en absoluto.


—No estoy segura de sí voy a poder asistir mañana, pero si quieres que tus padres pasen por aquí y lleven a Joaquin, estaría bien —intentó decir ella con indiferencia.


Pedro la miró fijamente durante unos instantes antes de responder.


—Mira Paula, entiendo que mi familia puede ser abrumadora y todavía estás tratando de acostumbrarte a todo, pero ellos se sentirían heridos si no vas. Incluso tus padres estarán allí. ¿Puedes por favor olvidarte de todo lo demás por un día y disfrutar? —preguntó aunque sin romper el contacto visual.


Paula sabía que una vez más había sido derrotada. Sus padres la llevarían a la fuerza si veían que no iba. Ella podría tratar de fingir una enfermedad, pero su madre la conocía más que nadie. La miraría a ella y todo habría terminado.


—Sólo tenía que trabajar en un artículo que estaba escribiendo, pero lo terminaré al día siguiente. —Ella finalmente aceptó, esperando que él comprara su historia. 


Ella no quería que él supiera que era en realidad una
cobarde.


Pedro siguió mirándola fijamente por un rato antes de asentir. Ella sabía que él no compró su historia, pero por suerte fue lo suficientemente hombre para no delatarla por sus mentiras.


—Voy a la cama para leer un rato —dijo Paula por fin, después de haber perdido todo su apetito.


—Tengo un trabajo que terminar. Me reuniré contigo en un rato —dijo Pedro antes de levantarse y salir de la habitación.


Paula quería hablar con él acerca de sus sentimientos y tratar de hacer que el matrimonio fuera algo más que su hijo y el sexo, pero ella no sabía cómo destruir la brecha. Temía que si le decía la verdad, él huiría de ella.





2 Destete: Fin de la lactancia




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