miércoles, 1 de abril de 2015
CAPITULO 102
Paula despertó con la cabeza palpitante. Intentó levantar la mano, sentir qué era y encontró que era incapaz de mover sus manos. Trató de sentarse y no pudo mover su cuerpo en absoluto. Comenzó a entrar en pánico y empezó a tirar de sus brazos y piernas.
Abrió los ojos para ver lo que la rodeaba. Estaba en una cama sucia, en una habitación pequeña y sus brazos y piernas atados. Comenzó a llorar mientras se llenaba de terror. No podía entender qué estaba pasando.
—Pedro —exclamó con una voz llena de dolor. No hubo respuesta—. Pedro —gritó otra vez, más fuerte.
Escuchó un ruido y al principio sintió alivio, pensando que Pedro la había encontrado. La puerta se abrió y un hombre extraño caminó a través de ella. Nunca lo había visto antes, pero la asustó en su esencia misma.
—Finalmente despertaste, estaba comenzando a preocuparme —le dijo, mientras miraba de soslayo a través de la habitación.
—¿Dónde estoy y por qué estoy atada? —le preguntó ella al hombre, con un labio tembloroso.
—Estás en casa —dijo el hombre trastornado. Paula no sabía cómo responder a lo que había dicho. No quería provocar su ira, pero no quería que pensara que quería quedarse.
—No entiendo.
—Es realmente sencillo de entender —se burló el hombre, mientras se acercaba a ella. Un escalofrío de disgusto corrió por su espalda cuando el hombre miraba de soslayo sobre ella.
—Tuvimos una conexión y luego elegiste a ese estúpido hombre rico en lugar de mí. Aceptaste mis flores, leíste mis cartas de amor y aún te casaste con él. Bueno, eres mía ahora y no te dejaré salir de aquí —dijo el hombre.
Paula lo miró con horror. Esta era la persona que había estado acosándola. No entendía cómo era eso posible.
Habían encontrado fotos de ella en las cosas de Chris y él había sido un criminal convicto. Miró al hombre con confusión, mientras la realidad estaba tratando de hundir su cerebro aturdido.
—Realmente no entiendo, porque nunca te he visto antes —le dijo ella.
—Nos conocimos. Tú me ayudaste a escoger algo de fruta en el supermercado cuando eras nueva en la ciudad y te dije que te devolvería el favor —dijo él. Por su propia vida que no podía recordar el evento. —Dijiste que sería agradable y que me verías la próxima vez. Seguí regresando a la tienda a la misma hora, pero nunca apareciste, así que te envié flores. Vi tu cara cuando las aceptaste y estabas sonriendo. Luego te envié notas y cartas. Sabía que querías estar conmigo, pero Pedro no iba a dejarte ir. Entonces fuiste y te casaste con él, y me engañaste, por lo que he estado esperando hasta que pudiera tenerte sola —dijo el hombre espeluznante.
Estaba ahora sentado en el borde de la cama, y Paula estaba más allá de aterrorizada. Estaba su completa merced, sin manera de escapar.
Pedro nunca sería capaz de encontrarla; ni siquiera sabía dónde estaba.
Estaba tan asustada que iba a perder el bebé debido a este hombre cruel.
Quería poner su mano protectoramente sobre su vientre, pero no podía mover los brazos.
—Soy muy mala con los nombres, ¿puedes decirme el tuyo de nuevo? —ella le preguntó, esperando detener al hombre hasta que pudiera encontrar algo mejor.
—Es Joshua, ¿recuerdas?
—Oh sí, ahora lo recuerdo —le mintió. Todavía no podía recordarlo.
—Ves que teníamos una conexión, sabía que si te llevaba lejos de ese lugar me recordarías —le dijo, mientras pasaba su sucia mano por el lado de su rostro.
—Estoy realmente incómoda Joshua, ¿puedes desatarme? —le preguntó, en lo que esperaba fuera una voz amistosa.
—Todavía no —dijo él, y comenzó a pasearse—. Podría estar tratando de engañarme. Mi papá me enseñó que las mujeres mienten todo el tiempo para conseguir lo que quieren —le escupió.
—Joshua, no te mentiría —dijo ella, esperando ganar su confianza.
—Solo cállate —le gritó y levantó la mano en el aire, como si fuera a pegarle. Paula se encogió lejos, pero por suerte nunca lanzó el golpe. Se quedó allí en silencio y lloró. Rezó porque de alguna manera Pedro la encontrara.
—Voy a hacernos la cena, como una verdadera familia y luego te llevaré afuera para usar el baño porque esta noche serás finalmente mía — dijo él, antes de salir de la habitación.
Paula inmediatamente comenzó a girar contra sus ataduras,
intentando conseguir por lo menos un miembro libre. Si pudiera liberar una mano, podría deshacer el resto y tal vez huir. Cuando la lucha no estuvo haciendo nada más que desgastarla, finalmente se rindió y decidió guardar sus fuerzas. Parecía que su única oportunidad sería cuando la
soltara para ir afuera. Había sido una corredora muy buena cuando estaba en la secundaria, por lo que si podía perderse, podría tener una oportunidad de escapar.
El mayor problema era que ya se estaba haciendo de noche afuera y no tenía idea de a qué dirección correr. No le importaba. Correría hasta que no pudiera ir más lejos y luego encontraría un lugar donde esconderse. La oscuridad al menos la ocultaría de él también. Esperaría hasta que amaneciera si es lo que necesitaba hacer. No se quedaría allí y dejaría al hombre violarla.
Se quedó allí hasta que finalmente el dolor y el cansancio que sentía le dieron alcance y la sumió en un sueño inquieto.
Paula despertó por los perros ladrando y hombres gritando.
Sintió que sus esperanzan comenzaban a crecer.
Quizás Pedro la había encontrado y acabaría con toda esta pesadilla. Esperó y luego escuchó el sonido de su nombre siendo gritado.
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