miércoles, 4 de marzo de 2015

CAPITULO 5




Paula salió del ascensor con un rebote adicional en su paso. ¿Qué diferencia hay? Es sólo un mes —pensó ella con una sonrisa sincera. A parte de la tensión superior que tenía con Pedro, ella realmente no pasaba mucho tiempo con él, por lo que sus días eran soportables. Le encantaba su trabajo y se sentía segura en el desempeño de sus asignaciones, incluso sin Esther a su lado. Se sentía bien, muy bien.


—Paula, ven y toma un poco de torta —escuchó a Esther llamarla—. Es mi fiesta de despedida. —Paula alzó la vista para encontrarse con cientos de empleados que llenaban la sala de conferencias. Todo el mundo estaba charlando, comiendo y parecían tener un buen momento.


—Buenos días Paula, he escuchado cosas maravillosas acerca de ti ¿Cómo te va? —Esto vino de Horacio segundos después de que se acercara y pasara un brazo por sus hombros.


—Es muy bueno Sr. Alfonso, gracias por darme esta oportunidad —dijo ella tímidamente. El hombre todavía era intimidante, pero con su sonrisa amable y sus ojos amistosos, no era difícil relajarse en su presencia.


Estaba creciendo su cariño por el gigante gentil.


—Tonterías, hija mía, ganaste esta posición por estudiar mucho y tener una ética de trabajo excelente. Esther dijo que te estás ajustando muy bien y haciendo un trabajo fantástico. —Se rió con ganas—. Ven conmigo.Quiero que conozcas a algunos de los otros empleados. —Envolvió su brazo en el suyo y la arrastró por la habitación durante varios minutos,
por lo que estuvo en decenas de presentaciones, antes de detenerse frente a un hombre bien vestido—. Mateo, quiero que conozcas a Paula. Ella es la nueva asistente ejecutiva de Pedro—dijo Horacio en voz excesivamente alta, provocando que varios jefes dieran vuelta en su dirección. Paula podía sentir su cara colocándose más caliente, no le gustaba la sensación de ser observada.


—Encantado de conocerte, Paula—dijo Mauro mientras sus labios se curvaron.


Él extendió la mano y tomó la de ella, sus pulgares acariciando su muñeca. Ella no tenía muchas citas, así que no estaba al tanto de las señales sutiles que estaba enviando él. Ella sintió el calor de su rostro un poco más.


—Mauro trabaja en las oficinas de una planta más abajo como asistente.
Pensé en presentarlos por lo que si tienes alguna pregunta, él puede responderlas. Voy a dejarlos para que charlen —dijo Horacio con una sonrisa antes de marcharse.


Después de un momento incómodo, Paula se encontró disfrutando de la compañía de Mauro. Era un buen tipo con un sentido del humor y una gran cantidad de conocimientos.


Mauro era el tipo de hombre que normalmente le interesaba a Paula. Era de aspecto medio, no alguien a quien pondrías un calendario, pero que definitivamente le daría una segunda mirada. Era ingenioso y su sonrisa era atractiva. Aun así, él no revolvió su estómago, o hizo que sus mejillas se colocaran de color. Él estaba a salvo.


—Conozco un pequeño restaurante justo bajando la calle. ¿Te gustaría cenar el viernes?


Paula miró al apuesto hombre y deseo sentir aunque sea la más mínima chispa de interés en él, pero no lo hizo. Pero ella realmente no quería salir con nadie en este momento. 


Estaba concentrada en su trabajo y tenía metas en mente. 


No tenía tiempo para citas, pero no quería herir sus
sentimientos. Estaba entre la espada y la pared.




* * * *


Al otro lado de la habitación, Pedro fulminó con la mirada a su nueva empleada. Ella nunca sonreía de esa manera cuando él hablaba con ella.


Por supuesto, estaba normalmente dándole órdenes. Aun así, no le gustaba la atención que estaba dándole a otro hombre. Realmente no le gustaba el interés que vio en los ojos de Mauro.


A medida que Pedro la miró pausadamente de arriba hacia abajo, pudo comprender ese interés.


¿Qué creyó su padre que hacía, presentándosela a Mauro? 


Todo el mundo sabía que él cambiaba de mujer mucho más rápido que cuando se cambiaba de ropa. Muchas mujeres habían sido engañadas por sus demostraciones de afecto, pero Pedro sabía que el chico sólo tenía un objetivo en mente, y Pedro estaba seguro de que Paula no estaba preparada para las consecuencias de un romance fallido de oficina.


Pedro estaba aun más irritado por preocuparse de eso. Se consoló pensando que estaba preocupado sólo porque si ella era dejada por Mauro, su rendimiento en el trabajo se vería afectado, por lo tendría que despedirla. Luego tendría que tomarse un tiempo de su apretada agenda para contratar a una nueva empleada.


Él estaba a punto de ir hacia allá, agarrarla el brazo y arrastrarla lejos, cuando su padre se le acercó.


—¿Cómo estás, hombre? —preguntó con demasiada astucia.


—Bien, padre. ¿Y tú? —respondió automáticamente, sin apartar los ojos de Paula.


Estaba pensando en que la fiesta de la oficina había ido demasiado lejos.


Era el momento de alejar a su empleada de Mauro, y volver al trabajo.



* * * *


Hoarcio estaba pensando que su plan estaba funcionando a la perfección mientras veía a su hijo lanzando dardos por los ojos a una Paula que reía con Mauro.


Pedro se estaba enamorándose de Paula rápidamente, y él ni siquiera se daba cuenta. Horacio también pudo llevar todo de forma mucho más rápida… agilizando las cosas. En el juego del amor, nadie podía perder.


Horacio casi podía sentir el peso de su primer nieto descansando en sus brazos. No podía imaginar un regalo de Navidad más perfecto para Ana y él.


—¿No crees que Paula y Mauro se ven bien juntos? Ella parecía algo sola la semana pasada. He estado preocupado por ella, teniendo en cuenta que no tiene familia. Ella se ha mantenido en silencio acerca de sus circunstancias, pero creo que le vendría muy bien un amigo —dijo tan sinceramente como fue capaz. No había nada como un poco de celos para hacer que un hombre reaccionara.


—Mauro es un canalla. Voy a poner fin a esto. Necesitas dejar de entrometerse en la vida de las personas, padre —dijo Pedro con enojo.


—Lo siento, hijo. No sabía que estabas interesado en ella. Sabes que un jefe no debería involucrarse en un romance con su empleada —agregó.


Conocía bien a su hijo. No había nada que le gustara más que un desafío, y decirle que no podía tener a Paula, lo haría quererla aun más.


—No estoy interesado en ella —dijo Pedro, sin engañar a su padre en lo más mínimo—. Sólo sé qué tipo de hombre es Mauro. Él va a romperle el corazón, y entonces su trabajo se verá afectado. Estoy sólo pensando en el ambiente de trabajo.


—¿El trabajo ha sido estresante, Pedro? Pareces algo cansado.


—El trabajo ha estado bien, papá. Es que no me gusta que vengas aquí, causes un caos con mi empleada, y luego actúes como si todo estuviera bien. Todavía no estoy muy feliz por lo que hiciste a mis espaldas y la contratación de Paula, pero ella está haciendo su trabajo realmente bien, y
no tengo tiempo para encontrar un reemplazo en este momento. Tengo cosas mucho más importantes en las cuales preocuparme. Ahora, si me disculpas, tengo trabajo que hacer. —Con esas palabras de despedida, él empezó a caminar en dirección a ella.


Horacio rió para sus adentros, sintiéndose francamente eufórico. Oh sí, su hijo estaba cayendo con fuerza. Él había escogido a la esposa perfecta para él.


Se acercó a Esther y le dio un codazo en el brazo para que pudieran apreciar el espectáculo.


—Sabes, Horacio Alfonso, uno de estos días, cualquiera de tus hijos averiguara todas las acrobacias que haces para manejar sus vidas y no podrás seguir haciéndolo —dijo Esther con una sonrisa.


—Ah, Esther, ¿cómo me subestimas de esa forma? Soy demasiado astuto como para ser atrapado.


—Puedes pensar que tienes a todo el mundo engañado, pero no eres tan listo como crees —respondió ella, aunque sus ojos estaban pegados a Pedro mientras éste caminaba a través de la habitación…


—Tendremos que esperar y ver…




2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyy, cómo me gusta esta historia Carme. Sos una genia eligiendo historias. Re divertida me parece jaja

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